* Palabras de Monsterrat Salazar, Directora Ejecutiva de The Hunger Project México / El Proyecto Hambre A.C.,
11 de noviembre 2021.
Somos una organización internacional presente en 23 países. En México, nos enfocamos en alcanzar un México rural e indígena libre de hambre y pobreza extrema, acompañando el liderazgo de mujeres indígenas y rurales y forjando asociaciones efectivas con los gobiernos locales.
A nuestro modelo lo llamamos Desarrollo Liderado por las Comunidades con Perspectiva de Género. Y nuestra estrategia es denominada “Municipios Autosuficientes el 2030”, que se enfoca en 890 municipios en situación de pobreza extrema y alta marginación. Con esto, tenemos la intención de que 4.7 millones de personas salgan de su situación de pobreza extrema, de forma sostenible, con buena gobernanza. Esto es, el 36% del territorio nacional.
Nuestra prioridad es que las voces y visiones de las mujeres indígenas y rurales sean las que lideren las conversaciones sobre las acciones que tienen un efecto directo en su vida. Sabemos que son ellas quienes, debido al sistema patriarcal y su condición de pobreza extrema, no están presentes en espacios de decisión, pues se encuentran en la milpa, en sus comunidades, realizando trabajos de cuidado invisibilizado y no pagados.
Debido a lo anterior, las mujeres rurales e indígenas están en el centro de nuestro quehacer, de nuestro mandato y de nuestra motivación diaria. Son las mujeres, niñas y jóvenes rurales -en el caso de México mayoritariamente indígenas-, quienes tendrían que poder expresar cómo quieren habitar su territorio y permanecer ahí, si así lo deciden; que no se vean obligadas a abandonarlo y que tengan la capacidad de decidir sobre su futuro. Tener las libertades y derecho para poder DECIDIR, ALZAR SU VOZ , AGENCIA y ACCIONAR para vivir dignamente.
Desde la mirada de The Hunger Project México, o El Proyecto Hambre, como nos llaman las socias y socios comunitarios, creemos que el hambre no solo es escasez de alimentos, sino falta de democracia y que la pobreza es la negación sistemática de la dignidad y los derechos humanos.
La ruta hacia erradicar la pobreza extrema y el hambre, comienza en lo local. El desarrollo se hace desde lo local. Sabemos que el 52% de la población que está en situación de pobreza extrema, son mujeres; que el 78% de quienes se encuentran en situación de pobreza son niñas, niños y adolescentes indígenas, entre 0 y 17 años. Si no hacemos algo, las condiciones adversas en las que viven, no se modificarán.
Es por ello que hablamos de contextos habilitantes, y particularmente, de incidir sobre sobre las estructuras de poder -lo que llamamos las causas raíz- que perpetúan las condiciones de pobreza extrema de las mujeres rurales y/o indígenas.
La feminización del campo, la política pública, la perspectiva de género y la justicia agraria deben ser el ancla que permite que las mujeres rurales se desarrollen como lo han envisionado y decidido, en el marco de sus libertades plenas como ciudadanas.
Uno de nuestros pilares institucionales son las alianzas efectivas con gobiernos locales; y desde ahí, una de las acciones más relevantes que estamos empujando, es una agenda que hemos llamado los 12 compromisos por el desarrollo local. Se trató de una agenda que promovimos previo al proceso electoral, que comprometía a las personas candidatas con 12 compromisos en 4 dimensiones:
- Género
- Inclusión social
- Desarrollo económico
- Participación ciudadana
En el marco de la Mesa de articulación con OSC, bajo el PROIGUALDAD 2020-2024, nos interesa compartir algunas propuestas concretas que contribuyen a alcanzar los objetivos del programa, pero sobre todo, a transformar de raíz las condiciones que rodean a las mujeres rurales e indígenas en nuestro país.
En primer término, consideramos que el fortalecimiento de la participación de las mujeres en asuntos públicos – NO SOLO NOMINATIVAMENTE, es fundamental para terminar con el hambre y la pobreza. Tenemos diversas propuestas, que están muy en línea con los objetivos prioritarios que están marcados en el PROIGUALDAD. Pero para especificar, ponemos en el centro lo que tenemos actualmente planteado.
Propuestas concretas:
En el marco de estos 12 compromisos, en la dimensión de Igualdad de Género:
- Agenda de cuidados, donde se reconozca la importancia del trabajo doméstico en condiciones de igualdad y dignidad.
- Participación política de mujeres, que sea paritaria, pero que además se garantice el cumplimiento de protocolos para la atención de violencias políticas contra las mujeres en razón del género.
- Contra las violencias, que permita garantizar que niñas, adolescentes y jóvenes vivan una vida libre de cualquier violencia.
- Salud sexual y reproductiva, que permita el ejercicio de sus derechos sexuales y reproductivos. Es prioritario reducir las tasas de embarazo adolescente, que pone a las mujeres jóvenes en espirales de pobreza, y que las orilla a uniones tempranas y matrimonios infantiles forzados. Para este punto en específico, desde THP promovemos la iniciativa #EllasDeciden sobre sus cuerpos, comunidades y territorios.
Para colocar esta agenda de 12 compromisos, hemos establecido contacto con diversos gobiernos municipales y estatales, que están comenzando sus administraciones. Porque estas propuestas buscan estar en los planes estatales y municipales de desarrollo.
Naturalmente, existen retos. Y muchos tienen que ver con la dificultad para cambiar las estructuras patriarcales que limitan la participación de las mujeres; cuando si bien existen mandatos para garantizar la paridad, las mujeres candidatas que ganan en los procesos electorales o en algún espacio de representación proporcional, son reemplazadas por hombres al inicio de los gobiernos (las llamadas Juanitas, que tanto afectan el ejercicio paritario de la democracia).
Todos estos síntomas que manifiestan una situación de pobreza tienen como causa a condiciones estructurales. Creemos que las estructuras de poder son una limitante; y también lo son las estructuras mentales que dejan a las mujeres en una situación de resignación. Cuando eso cambia, todas las transformaciones son posibles.
Nuestra evidencia para decir que esto es posible, es que nuestras socias, las mujeres con quienes trabajamos en comunidad, no participaban en sus asambleas, no decidían. En ocasiones, porque no tenían la seguridad para hacerlo, porque consideraban que no tenían las capacidades para ello; pero en otras, porque los mismos compañeros dentro de la comunidad, no las dejaban participar. Y ahora, son ellas quienes construyeron estufas ecológicas y sistemas de captación de agua que han tenido un impacto positivo en sus comunidades.
El proceso de construcción de estas ecotecnias es el vehículo para entender que, si cambiamos los roles en una comunidad, las mujeres ejercerán un liderazgo poderoso; que las niñas puedan decidir sobre su cuerpo, su tierra y su territorio. Una mujer que decide sobre si quiere casarse o no, cuándo se quiere casar o no, también es una mujer que va a decidir sobre el futuro de su tierra y de su comunidad.
La crisis sanitaria nos ha hecho más sensibles a ciertos temas: salud, bienestar, a la intervención de las mujeres en muchos ámbitos. Esto ha puesto en el ojo público la violencia que se vive en los hogares; sobre todo ha permitido poner en la luz los problemas de género y desigualdad que no estábamos atendiendo.
Otro reto está en la propia formación política que tienen las mujeres. En cómo es necesario invertir en niñas, mujeres jóvenes, adolescentes y mujeres, para que puedan ejercer sus liderazgos. Y también en cómo necesitamos trabajar con los hombres, para construir nuevas nociones de masculinidades, que faciliten el trabajo y el liderazgo de las mujeres.
Tener esta conversación, estar en este espacio, a prácticamente a 24 meses de que cierre el PROIGUALDAD, nos permite valorar en dónde estamos paradas. Es una oportunidad idónea para acelerar las acciones y medir los avances de la administración para el logro de la igualdad sustantiva. Una política de igualdad más robusta.
No hay tiempo para tibiezas, tenemos diagnósticos claros, avances significativos, pero debemos focalizarnos en acelerar los mecanismos efectivos y no nominativos para que esa deuda de la que hoy somos conscientes, no siga incrementándose mientras seguimos conversando.
El día de hoy me da mucho gusto compartir desde THP-México y reiteramos nuestra disposición a sumar a las 367 acciones del PROIGUALDAD. Nos sumamos a la territorialización y a la colaboración con el gobierno federal y estatal, promoviendo la innovación pública. Nos reconocemos como aliadas, sabiendo que no estamos solas en este camino. Que sí, necesitamos reconocer y escucharnos internacionalmente, y además, caminar juntas.
En THP hablamos de escuchar como si fuera la primera vez y que mi verdad no es la única verdad. Desde ahí hago la invitación a escucharnos, y sobre todo escuchar a las mujeres rurales e indígenas, saber cómo y cuándo quieren ejercer su derecho a la participación ciudadana y política, cuándo ellas en su libertad, así lo decidan.
Hablamos de despatriarcalizar, pero también a empecemos a desarrollar un pensamiento descolonizado, para descolonizar nuestras propuestas. Y esto nos obliga a un trabajo de traducción intercultural que facilite el que podamos entender las visiones de todas esas mujeres rurales e indígenas y ser valoradas. Hoy ponemos al centro nuestro ser y todos nuestros saberes, para reducir las brechas que enfrentan las niñas, jóvenes y mujeres rurales e indígenas para el logro de la igualdad sustantiva.