Para entender el hambre es importante primero hacer una distinción entre hambruna y hambre crónica:
La hambruna es una situación que se da cuando un país o zona geográfica no posee suficientes recursos para proveer alimentos a su población, elevando la tasa de mortalidad debido al hambre y la desnutrición. La hambruna y las guerras causan sólo un 10% de las muertes por hambre, aun cuando éstas tienden a ser de las que trascienden con mayor frecuencia. El otro 90% de las muertes se deben al hambre crónica.
El hambre crónica no se debe simplemente a la falta de alimentos. Se produce cuando las personas carecen de oportunidades para obtener ingresos suficientes, para tener la educación y la capacidad para adquirir habilidades, satisfacer las necesidades básicas de salud y tener una voz en las decisiones que afectan a su comunidad. Es una consecuencia de las condiciones sociales arraigadas que sistemáticamente les niegan a las personas – particularmente a las mujeres – las oportunidades que necesitan para construir vidas de autosuficiencia y dignidad. Ya sea que estas condiciones se manifiesten como corrupción, intransigencia burocrática, conflicto armado, marginación o subyugación de indígenas y mujeres, estas están arraigadas en una época y pensamiento casi universal patriarcal. Esto provoca que se consoliden estructuras mentales como la resignación, falta de responsabilidad, dependencia, conformismo y falta de confianza, que sólo dan persistencia al hambre y la pobreza.
Lo que podría definir a las personas que pasan hambre crónica es la falta de nutrientes para tener la energía necesaria que les permita desarrollar una vida activa. Su subnutrición les dificulta el estudio, el trabajo o la práctica de cualquier actividad que requiera esfuerzo físico. La subnutrición es especialmente perjudicial para las mujeres y los niños. Los niños subnutridos no crecen de forma tan rápida como los niños saludables. Mentalmente pueden desarrollarse más despacio. El hambre constante debilita el sistema inmunológico y les hace más vulnerables a enfermedades e infecciones. Las madres que pasan hambre de forma continua dan a luz a bebés débiles y con falta de peso, y ellas mismas se enfrentan a un mayor riesgo de muerte.
Cada día, millones de personas en el mundo ingieren tan sólo la cantidad mínima de nutrientes para mantenerse con vida. Cada noche, cuando se acuestan, no tienen la certeza de que tendrán comida suficiente al día siguiente, a esto se le llama “inseguridad alimentaria”. La FAO define la inseguridad alimentaria como: “Situación que se da cuando las personas carecen de un acceso seguro a una cantidad suficiente de alimentos inocuos y nutritivos para un crecimiento y desarrollo normales y una vida activa y sana”.