
Los efectos del cambio climático están afectando duramente a las personas más pobres del mundo y contribuyen a asentar esa situación que afecta a poblaciones. Los patrones climáticos extremos o la escasez de alimentos y agua son algunas de las amenazas a la vida de estas personas. En una mayor situación de pobreza, más difícil les resulta recuperarse de cosechas fallidas, hogares destruidos y crisis sanitarias (Action AID).
Se ha estimado que para 2030, el cambio climático podría empujar a más de 120 millones de personas a la pobreza. La crisis climática afecta de manera desproporcionada a las poblaciones más vulnerables, a pesar de que históricamente son las que menos contribuyen al aumento de las emisiones o la generación de desechos (Singh, 2015). Mientras tanto, muchos de los países más ricos y más contaminantes del mundo son los que menos están sintiendo el impacto del cambio climático (UN News, 2019). A la vez, la falta de herramientas, infraestructura y recursos que afecta a las personas en condición de pobreza genera que no puedan mitigar o adaptarse de forma adecuada a los impactos del cambio climático.
Los impactos del cambio climático en la pobreza ocurren tanto de manera directa como indirecta. Los cambios indirectos se dan a través de alterar factores que están relacionados con pobreza y desarrollo, como los económicos, políticos, culturales e institucionales. Por ejemplo, la demanda de trabajo puede disminuir como respuesta a desastres naturales (Hallegatte, 2008). El impacto directo puede variar ampliamente, por ejemplo, mayores riesgos para la salud derivados de una mayor frecuencia de inundaciones, quedarse sin hogar por el aumento del nivel del mar y la erosión costera a sequías que afectan el sustento económico y alimentario de las comunidades o familias.

Con el nexo entre pobreza y cambio climático establecido de manera clara para los Estados, organizaciones e instituciones dedicadas a la búsqueda de soluciones a ambos problemas; se han planteado la búsqueda de estrategias y políticas que busquen gestionar los retos de manera conjunta. Una de esas estrategias es incorporar plenamente las consideraciones sobre la reducción de la pobreza y el desarrollo rural a la agenda climática, así como integrar mejor la agenda climática en políticas o instituciones principalmente centradas en la pobreza y el desarrollo. Una de las áreas en las que se considera relevante integrar el tema de la pobreza a la agenda es en la educación climática y para el desarrollo sostenible (Charles, 2019). Dentro de la COP26, la educación resulta clave para llevar a cabo las medidas de comunicación para la adaptación. Estas medidas incluyen comunicar lo que se está haciendo y planeando para hacer frente a los impactos del cambio climático, los desafíos que se enfrentan y dónde se necesita ayuda; con el objetivo de aprender juntos y compartir las mejores prácticas.
La Educación para el Desarrollo Sostenible (EDS) proporciona conocimientos, competencias, actitudes y valores necesarios para tomar decisiones y llevar a cabo acciones responsables en favor de la integridad del medio ambiente, la viabilidad de la economía y una sociedad justa; lo que conlleva a prestar atención a la reducción de la pobreza (UNESCO).
Esto se debe a que la EDS debe atender las profundas causas estructurales del modelo de desarrollo dominante actual. Por lo tanto se debe atender la pobreza como una cuestión que genera barreras para que las personas cuenten con herramientas, infraestructura y recursos que les permitan adaptarse o mitigar las consecuencias del cambio climático sobre el desarrollo.
La EDS amplía la dimensión social y de derechos humanos contenidos en la Educación para el Desarrollo (DE) y otros sectores educativos para incluir un fuerte enfoque ambiental. La EDS comparte muchas similitudes con DE y aborda temas como el cambio climático, la escasez de petróleo, la contaminación del agua, la necesidad de mantener la biodiversidad, así como el alivio de la pobreza y los derechos humanos. Ayuda a la vez a desarrollar vínculos entre las vidas de las personas a nivel local y en el mundo en desarrollo; además de que anima a vincular acciones a nivel local con las necesidades y la gestión del planeta y su población (Nervin, 2008).
Otro tema que se debe tomar en cuenta a la hora de impartir educación, es que conforme a los diferentes enfoques de la EDS estos pueden funcionar de manera diferente para las poblaciones que viven en situaciones más afortunadas y para poblaciones necesitadas, siendo que pueden no ser necesariamente efectivos con estás últimas. Los enfoques de la EDS deben contextualizarse a las realidades de las poblaciones objetivo (UNESCO, 2020).
Una educación que se adapte a la situación de las personas en condición de pobreza puede resultar clave para desarrollar conocimientos, habilidades y herramientas que puedan ser aplicadas en un contexto de combate al cambio climático. Esa adaptación debe incluir los conocimientos y saberes tradicionales, que brindan prácticas e información valiosa para las comunidades y plantean modelos útiles para hacer frente a las crisis. Por otro lado, la educación puede ayudar a proteger frente la vulnerabilidad y el riesgo. Esto debido a que otorga a las personas y los hogares acceso a recursos materiales, informativos y sociales que pueden ayudar a reducir las vulnerabilidades o riesgos (Hoffmann y Blecha, 2021).
La relación educación es un elemento clave para responder al vínculo existente entre pobreza y cambio climático. Una Educación Climática y para el Desarrollo Sostenible pueden ser poderosas herramientas con las cuáles responder a la crisis climática y los efectos que esta puede tener sobre las poblaciones más vulnerables de nuestro planeta.
Te invitamos a conocer sobre el Llamado hacia la participación virtual en la COP26 que lanza The Hunger Project, como parte de nuestras acciones de incidencia internacional y diplomacia ciudadan.
Referencias:
Charles, A., Kalikoski, D. y Macnaughton, A. (2019). “Addressing the climate change and poverty nexus: a coordinated approach in the context of the 2030 agenda and the Paris agreement”. Rome. FAO
Hoffmann, Roman y Daniela Blecha (2020). “Education and Disaster Vulnerability in Southeast Asia: Evidence and Policy Implications”. Sustainability 12, 1401. doi:10.3390/su12041401.
Nevin, Elaine (2008). “Education and sustainable development”. Policy & Practice: A Development Education Review Vol.6. Centre for Global Education. Disponible en: https://www.developmenteducationreview.com/issue/issue-6/education-and-sustainable-development.
UNESCO (2020). “Education for Sustainable Development: A roadmap”. Disponible en: https://www.gcedclearinghouse.org/sites/default/files/resources/200782eng.pdf. [Consulta: 27 de octubre, 2021].
UNESCO. “¿Qué es la Educación para el Desarrollo Sostenible?”. Disponible en: https://es.unesco.org/themes/educacion-desarrollo-sostenible/comprender-EDS. [Consulta: 27 de octubre, 2021].
UN News (2019). “World faces ‘climate apartheid’ risk, 120 more million in poverty: UN expert”. Disponible en: https://news.un.org/en/story/2019/06/1041261. [Consulta: 27 de octubre, 2021].
Action AID. “Climate change and poverty”. Disponible en: https://www.actionaid.org.uk/our-work/emergencies-disasters-humanitarian-response/climate-change-and-poverty. [Consulta: 27 de octubre, 2021].
Singh, Harjeet (2015). “Solving the climate crisis means tackling global inequality”. Disponible en: http://news.trust.org/item/20150525141853-ld051/. [Consulta: 27 de octubre, 2021].
Hallegatte, Stephane (2008). “An Adaptive Regional Input-Output Model and Its Application to the Assessment of the Economic Cost of Katrina.” Risk Anal 28: 779–99.