Feminismos rurales en el marco del 8 de marzo.

Muchas veces escuchamos feminismo y muy probablemente, se nos viene a la mente esta ola de movimientos revolucionarios que están ocurriendo alrededor de todo el mundo, que luchan porque los derechos de todas las mujeres sean respetados. Una lucha en contra de una estructura patriarcal que ha creado divisiones en la sociedad marginando a las mujeres dentro de un círculo vicioso de opresión. 

El 8 de marzo se conmemora el Día Internacional de la Mujer, con el fin de “hacer conciencia sobre la importancia de empoderar a las mujeres en todos los entornos, proteger sus derechos y garantizar que éstas puedan alcanzar todo su potencial; de igual forma sirve para visibilizar la desigualdad y discriminación que aún viven las mujeres en todo el mundo, así como hacer efectivos sus derechos.” (Día Internacional de la Mujer: Comisión Nacional de los Derechos humanos, 2019).

Sin embargo, cada mujer se entiende a sí misma dentro de un contexto específico, un espacio único, y bajo un esquema de realidades diferenciadas y, por tanto, debe de ser entendido y abordado desde la particularidad.  De esa manera, entendemos que si bien el movimiento feminista ha ganado peso en la esfera internacional, vemos pertinente voltear al ver otras expresiones de mujeres que viven en diversos contextos.

El feminismo urbano y rural se desarrolla en contextos muy distintos que impiden que se atiendan y entiendan las necesidades específicas de las mujeres indígenas en el marco de un sistema de violencias normalizadas que se presenta en gran parte de las comunidades indígenas en México.

De acuerdo con datos del INEGI, en México habitan aproximadamente 16 millones de mujeres indígenas (Necesario visibilizar y atender los retos de las mujeres rurales en la CDMX, 2021), cuya situación es muy distinta a las mujeres que viven en la ciudad, partiendo desde un contexto de discriminación que mantiene a la población indígena en una constante marginación ligada a la explotación económica y el colonialismo cultural (Suárez-Navaz, Descolonizando el feminismo: Teorías y Prácticas Desde Los Márgenes 2011, página 81). Esto ha hecho que el feminismo rural sea poco visibiliado como consecuencia de una cultura clasista y machista sumamente arraigada en el país, en donde la violencia se ha invisibilizado y naturalizado.

La lucha de las mujeres indígenas se centra en el reconocimiento de sus derechos como mujeres, pero también de la autodeterminación de sus pueblos (Suárez-Navaz, Descolonizando el feminismo: Teorías y Prácticas Desde Los Márgenes 2011, página 16), por lo que hablar de los derechos de las mujeres indígenas requiere el respeto de los derechos de los pueblos indígenas en general. Para ello, se deben de ir eliminando los prejuicios colonialistas y clasistas que continúan siendo parte del discurso del mexicano.

El 8 de marzo es una conmemoración que debe contemplar a la todas las mujeres, pero que ha fallado en construir políticas integracionistas con las necesidades específicas de las mujeres indígenas (Suárez-Navaz, Descolonizando el feminismo: Teorías y Prácticas Desde Los Márgenes 2011, página 90). Es necesario que se de un mayor peso en las mujeres que viven en contextos rurales para permitir concientizar y visibilizar su situación y hacer del feminismo un movimiento efectivo, para así poder construir un país más justo y equitativo. 

Para THP-México es importante abordar desde la particularidad a los feminismos rurales, ya que contempla al liderazgo de mujeres rurales e indígenas como un elemento crítico para poder lograr los objetivos que persigue la organización. 

Referencias